17 noviembre 2005

Apágala y Préndete


En ocasiones hechos fortuitos nos generan una realidad nueva, la cual incluso puede variar nuestro diario vivir.

Algo así es lo que me ha ocurrido desde el momento que mi control remoto murió.

En primera instancia, el hecho de tener que ir hasta el aparato para poder cambiar el canal, eliminó por completo mi costumbre de “zapping”. El televisor era prendido y se quedaba eternamente en el canal en el que estaba.

Ahora la situación es más radical. Simplemente no la prendo.

Ya ha pasado un cierto tiempo desde aquel cambio. El electrodoméstico brilla por su ausencia. Y yo aunque algunos no lo crean, no lo extraño para nada. Obviamente lo prendo de vez en cuando, la mayoría de las veces porque alguien me avisa explícitamente de algo que está ocurriendo, principalmente ligado al mundo deportivo, el que es quizás el único que me mantiene unido de cierta forma a la cajita idiota.

Como algunos de ustedes saben, las películas son algo que amo, pero verlas “en el cable”, nunca ha sido mi predilección. Seguramente el ver películas tiene un poco más de ritual, y además pocas veces una que me interesa llega hasta su estreno en televisión, sin ser antes vista en el cine o arrendada. Por supuesto que me he llevado más de una sorpresa en el cable, especialmente a esas altas horas de la noche, pero son sólo hechos aislados.

Si alguien pensó que un ser humano contemporáneo no podía vivir sin televisión, menos si está inmerso en la sociedad, por cuanto se perdería el quehacer de ella, creo que se ha equivocado. Internet ayuda mucho, optimiza sin duda, ya que obtenemos lo que queremos saber en el momento preciso, sin tener que esperar por ello. Eso nos otorga más tiempo para hacer otras cosas.

Es más, hoy me he dado cuenta de algo nuevo, ya no sólo no la extraño, sino que ya no la soporto. En la mañana decidí prender el televisor, mientras hacía un par de cosas. Al cabo de un tiempo, me di cuenta que algo me molestaba, algo me estaba poniendo de mal genio, y claro, era la televisión con sus avisos comerciales, que luego de un cierto periodo de tiempo, los sonidos se vuelven monótonos y repetitivos, tan repetitivos como las veces que el programa va a comerciales. En ese momento la apagué y la cambié por escuchar música.

Así comprendí el porqué de su sobrenombre popular “caja idiota”, y además me di cuenta que el control remoto, por su cercanía de género con ella, era más sabio que yo, por cuanto no se murió de forma natural, sino que un día no dio más y simplemente se suicidó.

4 Comments:

Blogger checo said...

Leernos mutuamente me hace sentir "virtualmente" más cerca, que perno suena eso, pero son los tiempos... sin caras ni corazones, pero con letras que hablan por los dos.
Vuelva siempre, y no falte nunca.

p.d: Si no se suicida...quizás habrá que cometer homicidio, jeje.

8:38 p. m.  
Blogger Unknown said...

No sé. Tengo que confesar que yo si veo tele, y a veces harto. Supongo que me haria bien dejarla, como cuando me voy de viaje en los veranos, y se me olvida mi vida cotidiana. En esas circunstancias no la necesito, obvio, pero tb es porque estoy en la playa y jamas se me ocurriria prender una tele ahi.
El punto es que hay que saber ocupar los recursos que tenemos. Hay cosas interesantes en la tv, lo que pasa es que hay que tener buen ojo. Y no abusar, no? Como toda droga.
Saludos

2:38 p. m.  
Blogger checo said...

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2:42 p. m.  
Blogger checo said...

ufff, cómo amaba los veranos en que no tenía acceso a un televisor, siendo aun una persona que veía bastante televisión. Quizás ahora que no veo mucho, me lleve un televisor portátil a mis vacaciones, jeje

2:44 p. m.  

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